Paco Quintana como es popularmente conocido nació en Facinas el once de julio de 1935, hijo de Rafael Quintana y Juana Guerrero, que con Antonia y Mari Carmen componían una familia conocidísima de este pueblo y residentes en la calle Sol nº 5, donde los padres, especialmente la madre atendían una tienda de comestible que durante los años de la posguerra sirvieron de ayuda en infinidad de ocasiones para muchas familias que pasaban dificultades económicas.

Casado con Rafaela Paz Delgado, es padre de dos hijos, Angelita y Mané y abuelo de tres nietos, Francisco, Antonio y Ángel.

Paco ha sido durante muchos años el taxista del pueblo, profesión que heredó de su padre quién se había iniciado junto al suyo antes de que llegaran los coches a Facinas, haciendo portes en burro, principalmente a representantes que llegaban para vender sus mercancías y que luego continuaban camino hasta Tarifa u otras localidades cercanas.

A Paco le gustaron los vehículos desde chico, y había que verlo cómo manejaba las motos y lo pronto que junto a Rafael aprendió el manejo de aquel Chevrolet que por entonces era de los primeros vehículos que se veían circular por las calles empedradas de Facinas.

Después le siguieron otros más modernos hasta terminar con un atractivo mercedes blanco.

Hace unos años que se jubiló, y son muchas las personas que le echan de menos, ya que Paco no solo actuaba de conductor del taxi, sino que se encargaba en infinidad de ocasiones de tramitar todo aquello que necesitaba el “inquilino”.

No hay vecino que no cuente alguna anécdota donde Paco fuera su salvación, y muy especialmente en los traslados a las consultas de médicos y al hospital.

Mujeres que dieron a luz en el coche, otras a las que fue guiando en las “contracciones”, preocupación por el curso de las enfermedades de todo el que tomaba algún tratamiento.

Había hasta quién le preguntaba cuándo tenía la cita con su médico confiando en que Paco era el que llevaba todo el control.

Cuentan hasta acciones decididas como cuando sin respetar turno alguno entró en la consulta de un pediatra llevando en brazo a un niño bastante grave porque necesitaba la atención urgente del médico, el cual comentó después que gracias a ese gesto de Paco había salvado la vida.

Infinidad de acciones que quedarán en el recuerdo de sus convecinos.

Tampoco faltaban las ayudas económicas a los que tenían pocas posibilidades, ya que daba toda clase de facilidades para que le pagaran los recorridos, y seguro que algunas cuentas quedarían en el olvido o perdonadas por el buen corazón de Paco.

Fruto de la experiencia posee unos conocimientos de mecánica que muchos ingenieros quisieran tener.

Hoy todavía acuden a él cuando algún vehículo necesita una reparación, o simplemente para que él “diagnostique” el problema.

Durante un tiempo se aficionó a la cacería, que hoy por causa de tantos cotos, tantos cazadores y tan pocas piezas, ha ido abandonando.

Conserva la misma vitalidad de siempre y podemos encontrarle a la entrada del pueblo, en su garaje, departiendo con algún amigo o reparando algún motor.

Paco Quintana es uno de los facinenses más apreciado por sus vecinos y por supuesto un “gran personaje”